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Sincronicidad

  • Foto del escritor: Rut Pallotta
    Rut Pallotta
  • 25 ago 2017
  • 2 Min. de lectura

Tenemos ese poder concentrado de pureza que nos permite conectarnos, que nos permite ser uno con el otro, estar en armonía con la naturaleza, retornar al principio. Momento mágico, momento presente, momento maravilloso. Donde nos convertimos en aire, en fuego, en agua, somos fuertes como las montañas y sutiles como las flores, las raíces que crecen en nuestros pies llegan al centro de la tierra y nos conectan con nuestros ancestros y la infinidad de seres que habitan el planeta. Ahora todo tiene más color, todo se siente más fuerte, todo se escucha más claro. Todo, todo, es una obra de arte. Cada paso dado, es una obra de arte. Cada palabra dada, es una obra de arte. Cada decisión tomada, es una obra de arte. Cuando la vida se siente de esa manera corres con la bendición de haberte enamorado, de ella, de la vida, de ti, de lo que te rodea. Ya no piensas en ti mismo si no en el colectivo, cada acción, pensamiento y respiración que vives dentro de ti es una creación que se expande como energía sagrada al colectivo, nutriéndolo. Cada palabra, momento o gesto recibido es una oportunidad de crecer, de evolucionar, de rendir honor a la vida, de conectarnos, sobre todo de conectarnos. Una vez que vemos la vida de esta manera, ya no tienes a quien culpar, ni a quien odiar, ni por qué sufrir. Y te liberas, de todo lo que has ido metiendo durante años en ese saco pesado y sucio que llevas a cuestas. Y entonces, tienes la oportunidad de crear, y de transformar ese saco, para que sea brillante y lleve cosas de valor dentro, o para que sea descosido y transformado en la capa multicolor de un super héroe, o tal vez en la manta cálida que cubrirá a alguien más. O simplemente no tener saco y llevar a cambio, la sonrisa más radiante y verdadera de todas. Una vez que vemos la vida de esta manera, no hay etiquetas que nos definan, la vida misma lo hace, ya no somos esto o aquello si no que estamos y formamos parte de los seres sensibles que habitan el planeta, todo lo demás fluye, se reinventa.

Lo que lees no es una de ficción y tampoco es ajeno a la realidad. Tanto la ficción como la realidad son creadas por la mente, así que tú mismo eliges en cual vivir. Cuando sucede esto, cuando la vida ya no pesa, cuando se acaban los enemigos, cuando no tenemos ansiedad por demostrar quienes somos, cuando la palabra competir se convierte en compartir. Hemos desbloqueado un nuevo nivel: Se llama sincronicidad (y muy pocos lo entienden). ¿tú lo entiendes?

Segunda fotografía con texto de una serie de tres publicaciones llamada #ReconocerTuLuz


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